martes, 14 de enero de 2014

Ud. es astrónomo? Yo soy de Capricornio.

Según la versión en español del Evangelio de San Mateo que tengo en mi poder los magos llegaron del Oriente diciendo: Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella al Oriente y venimos a adorarle. La tradición popular dice, mientras tanto, que eran tres Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar. Del texto de Mateo se desprenden tres conclusiones y un lema, a saber: (1) que no (necesariamente) eran reyes, (2) que su número es indefinido,  (3) que hay una contradicción porque viniendo del Oriente una estrella que  está al Oriente no puede conducirlos al Occidente, hacia Belén. Y el Lema: que el Nuevo Testamento es el libro más vendido de la historia y probablemente el menos leido.

Una línea intepretativa dice que los  magos eran sabios de Oriente y como en aquella época no había sabiduría mayor que la Astrología, eran astrólogos venidos de Persia.   Hallar un evento astronómico que corresponda a la estrella de Belén que guió a los magos de Oriente, ha chocado contra la inoportuna obstinación de la evidencia científica.   Nuestra ignorancia sobre la vida de Cristo, sin embargo, aumenta las chances de  encontrar la estrella Guía, ya que según San Mateo, nació en tiempos del tretarca  Herodes, fallecido en el año 4 antes de Cristo.   ¡Toda una contradicción haber muerto antes de nacer aquel a quien iría a sentenciar a muerte!  Pero esta incertidumbre permite extender la búsqueda hacia el pasado. 

Fue tal vez Johannes Kepler, uno de los mayores astrónomos de la historia, quien más próximo estuvo de encontrar un evento digno del nacimiento del Hijo de Dios: la  muy poco frecuente conjunción de Júpiter con Saturno en la constelación de Piscis,  constelación símbolo del cristianismo, en el año 7 AC (volvieron a encontrarse al año siguiente también). Aunque la conjunción poco tuvo que ver con una estrella porque los dos planetas  mayores del Sistema Solar estaban próximos pero de ninguna manera superpuestos formando un único cuerpo. Han sido propuestas también estrellas  novas, algunos cometas, otras  conjunciones, como la de  Júpiter con la estrella Régulus (Pequeño Rey) en la constelación  de Leo. Ninguna de estas alternativas dejó conformes a todos.  En cualquier caso, es muy llamativo  que sólo los magos del oriente hayan percibido la existencia de la estrella de Belén: no  hay registros históricos de un fenómeno rutilante, que, según el propio evangelista, ni el  mismo Herodes habría notado. ¿No sería mejor considerarla como una retórica simbólica?
Representación del cielo próximo a Belén en la noche del 28 de mayo de 7 AC.
Las estrellas más brillantes son Júpiter y Saturno, muy próximas entre si,
en la constelación de Piscis.  (Realizado con el programa Stellarium, v 0.12.0)

De la misma forma que los  astrólogos magos  no saben qué fue la estrella de Belén, tampoco han podido nunca confirmar ninguna de sus otras afirmaciones.  Es confuso entonces que Vicente Massot diga en La Nación del 3 de enero de 2014 (link a la nota) , que la Astrología habría de  poner las bases de la moderna astronomía. Seamos más precisos. Una disciplina  nacida entre los ríos Tigris y Éufrates alrededor del año 2000 AC, evolucionó hacia dos caminos diferentes: el del  pensamiento riguroso y verificable (la filosofía de la ciencia prefiere hablar de falsabilidad de sus afirmaciones) que llamamos Astronomía y el simbólico y místico que llamamos Astrología. A pesar de lo que se afirma, el distanciamiento de la Astrología con la objetividad comenzó ya en tiempos de la Grecia Clásica: sus filósofos naturales habían descubierto que el camino del Sol por el cielo iba cambiando lentamente (hoy atribuimos este fenómeno a la  precesión del eje de la Tierra), y que los signos del Zodíaco ya no se correspondían más con aquellos definidos en la Mesopotamia de Medio Oriente dos milenios antes. Con el pasar de los siglos, las contradicciones fueron aumentando. Por ejemplo: ¿De qué forma incorpora  la Astrología a los astros descubiertos recientemente?  ¿A cuáles?  Plutón, influyente aún en las Cartas Astrales, ha sido reclasificado recientemente como planeta menor, uno más de los miles  que abundan en el Sistema Solar.  ¿Habría que tener en cuenta a todos ellos también?  Y las galaxias, ¿no deberían ser incluidas en las cartas astrales?  ¿Cómo influye el Agujero  Negro del Centro Galáctico ¿Y las estrellas pulsares?  ¿De qué manera afecta a nuestra carta astral  la expansión del Universo? 

¿Se plantearon estas preguntas los astrólogos alguna vez?  Dudo mucho.  No hay en su historia ninguna innovación relevante: sigue siendo la misma mirada asombrada y curiosa de  hombres que daban sus primeros pasos en la civilización, casi 4000 años atrás.  Mientras tanto,  la Astronomía  descubrió planetas, estrellas, galaxias, nubes de gas, un paisaje  apasionante y completamente nuevo, insospechado por los magos de oriente. También decifró la matemática íntima del movimiento planetario: la Ley de la Gravedad. Comprendió   la forma en que la luz de las estrellas se propaga en el vacío llegando hasta nosotros, y  descubrió otras formas de luz que nuestros ojos no perciben. Osó, temerosamente, sacar el centro del Universo del Centro de la Tierra y pensar que también las estrellas nacen y mueren,  que no son estáticas como afirmaban los astrólogos. Y en un movimiento que creyó acercarlo a aquel Dios de los magos, el astrónomo devenido en astronauta caminó sin protección, literalmente cayendo, fuera de la base sólida de la superficie terrestre.

Los astrólogos, a pesar de negar interés por cualquier confirmación independiente, se  entusiasmaron cuando Michel Gauquelin en la década de 1950 publicó un estudio estadístico  sobre el momento del nacimiento de deportistas famosos y la posición del planeta Marte  en el cielo: el efecto Marte como fue bautizado, nunca confirmado por estudios de otros investigadores, sería, sin embargo, una demostración de que el método astrológico está equivocado.  ¡Vaya contradicción!

Lo cierto es que, aunque nacidos en la misma cuna, nada le debe la Astronomía a la Astrología.  Más allá de nuestra cara de perplejidad y desconcierto cuando alguien nos pregunta la profesión:  ¿Ud. es astrónomo? ¡Qué interesante!  Yo soy de Capricornio.

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